Terapia Psicológica para
Adultos
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El sufrimiento y los conflictos emocionales forman parte de la naturaleza humana a lo largo de toda su historia. Los seres humanos sufrimos a lo largo de nuestra vida algún trastorno o problema estando implicados fundamentalmente las relaciones sociales, las relaciones de pareja, familiares, del trabajo y el ocio.
La terapia de adultos se estructura como un proceso de aprendizaje donde el psicólogo nos ayuda a conocernos mejor. Junto a él descubrimos cuales son los factores personales y ambientales que mantienen el problema que nos está desestabilizando emocionalmente, aumentando el conocimiento de qué nos ocurre y cómo funciona, así como cuales son las estrategias que favorecen nuestra adaptación personal y la reducción o eliminación del trastorno.
La experiencia de aprendizaje que hemos tenido a lo largo de nuestra vida (vivencias, traumas, carencias, sufrimientos) nos pueden marcar nuestra forma de interpretar las cosas cotidianas e impedir disfrutar de forma satisfactoria en las relaciones familiares, de pareja, laborales, etc…
Con la terapia aprendemos como afrontar y resolver los problemas partiendo de los potenciales que tenemos dentro y aceptar nuestras limitaciones, para ser lo más auténticos posible y aplicar las estrategias más eficaces para su resolución.
Los Trastornos más habituales en adultos son:
- Trastornos de personalidad. (Límite, histriónica, dependiente, obsesiva, esquizoide.)
 - Trastornos de ansiedad, miedos y fobias.
- Ansiedad generalizada.
 - Ataques de pánico.
 - Trastorno obsesivo-compulsivo.
 - Fobia social.
 - Hipocondria. (Miedo a las enfermedades o a morir.)
 - Miedo a conducir, volar…
 
 - Trastornos de la conducta alimentaria (Anorexia, bulimia, trastorno por atracón, vigorexia…)
 - Adicciones (Juego, sustancias, redes sociales, sexo, trabajo …)
 - Problemas de relaciones interpersonales (pareja, familia…)
 - Trastornos psicosomáticos.
 - Dismorfia.
 - Estrés.
 - Duelo (pérdidas de seres queridos, trabajo, facultades.)
 - Dependencia emocional.
 - Dolor crónico.
 - Dificultad para controlar impulsos.
 - Acoso (pareja, ex-pareja, trabajo …)
 - Violencia de género.
 
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